lunes, 28 de enero de 2008

La seguridad



El ser humano necesita desesperadamente sentirse seguro, seguro de su pareja, de su trabajo, de su vida, de sus pasos…
Nunca nos damos cuenta que no hay nada seguro, cuando más segura he creído estar fue cuando más insegura me he sentido.
La seguridad es una ilusión, necesaria para no sufrir, para no caminar hacia la nada, hacia el sin sentido, necesitamos vestir de sentido lo que no podemos controlar, nunca controlaremos nada, porque no hay nada seguro.
En el fondo de nuestra fibra más intima lo sabemos, pero nos engañamos.
No queremos estar mal, no queremos salir lastimados, necesitamos sentirnos seguros.
Yo a mi seguridad la regalo dentro de un paquete, he sufrido más perdiendo mi utópica seguridad que el hecho de no tenerla en absoluto.
Duele y carcome como el ácido perderla, nos hacemos pequeños, frágiles, transparentes, nos sorprende la helada en plena desnudez. Que tontos nos sentimos percibiendo lo inevitable, la amarga verdad de la inseguridad constante.
No la quiero, prefiero deshacerme de su encanto, ser insoportablemente real, tirar por la ventana al cuento y dejar a los sueños en la almohada, después de una noche sin velas.
La seguridad… a quién le dices: quédate seguro? No existe esa expresión, en ningún idioma, en cambio, se puede decir: quédate tranquilo, no te preocupes, cálmate, relájate.
Pero seguro tal cosa o seguro tal otra?… cosas que se dicen por decir.
Seguro que no existe lo seguro, eso si es seguro.
Pobre del que se sienta seguro, que marchito le quedara el corazón y el alma.
Quizás me despierte mañana, quién puede estar seguro?
Quizás te quiera, quizás no, quién puede estar seguro? quién puede decir que quizás me engaño o quizás te engaño, o quizás creo que es verdad y no es verdad, quién puede dilucidar la perfecta niebla que nunca nos dejara ver más allá de nuestra ilusión, como las sombras de la china, como las siluetas de la caverna, todo depende y nada es verdad.

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